Recientes acontecimientos en Suweida, al sur de Siria, han revelado una alarmante ola de violencia que afecta a las minorías drusas del país. Hombres, mujeres y niños han sido víctimas de asesinatos, secuestros y violaciones, acciones atribuidas a milicias tribales suníes y fuerzas del Gobierno sirio, de acuerdo con declaraciones del jeque Muwaffaq Tarif, líder espiritual de la comunidad drusa en Israel.
Desde el 11 de julio, se han registrado numerosos ataques con la participación de individuos que vestían uniformes supuestamente del gobierno sirio, incluidos militantes extranjeros con vínculos a grupos extremistas como ISIS y Al Qaeda. Esta amenaza transnacional marca un escalofriante patrón de violencia recurrente contra las minorías en Siria.
El gobierno de Ahmed Sharaa, que no logró proteger de manera efectiva a las víctimas, ha sido señalado por testigos de tener posiblemente implicación en la violencia. A pesar de las atrocidades, Sharaa expresó públicamente gratitud a las tribus por sus acciones en Suweida, lo que exacerba la tensión entre las autoridades y las comunidades afectadas.
El contexto de represión se extiende a otras minorías religiosas, como los alauitas y cristianos. En incidentes anteriores, las fuerzas progubernamentales han estado involucradas en ataques en áreas como Jaramana y contra los alauitas en ciudades costeras. Un atentado suicida en la iglesia de Mar Elias en junio dejó 30 cristianos muertos, sin condena alguna para los responsables, evidenciando una respuesta insuficiente ante estas violaciones de derechos humanos.
La comunidad internacional enfrenta críticas por su falta de acción ante estos eventos. Mientras que algunas naciones han respaldado al gobierno de Sharaa, el apoyo parece ignorar el sufrimiento continuo de las poblaciones minoritarias que buscan protección. Las consecuencias de estas acciones subrayan la gravedad de la situación en Siria.
