El presidente Donald Trump y el mandatario chino Xi Jinping se preparan para un encuentro crítico en Corea del Sur con el propósito de abordar disputas comerciales que impactan la economía global. La reunión se produce tras una serie de tensiones y represalias que han aumentado los aranceles y restricciones de exportación entre ambos países.
En septiembre, Estados Unidos intensificó los controles sobre entidades chinas, mientras que China respondió afectando la exportación de tierras raras, cruciales para industrias estadounidenses. Estos minerales son esenciales en la producción de tecnología y armamento, y el control chino sobre su exportación ha afectado significativamente a las fábricas estadounidenses.
El aumento de los aranceles ha escalado, alcanzando hasta el 145% en productos chinos y 125% en productos estadounidenses. Además, EE.UU. ha buscado fuentes alternativas para las tierras raras, firmando un acuerdo significativo con Australia y desarrollando proyectos con Pakistán para reducir su dependencia de China.
Trump y Xi, describiéndolos como líderes pragmáticos, se reunirán para discutir no solo los aranceles y tierras raras, sino también las compras de productos agrícolas, el tráfico de fentanilo, y la situación de Taiwán y Ucrania. El 10 de noviembre es clave, fecha en la que expira el aplazamiento de aranceles y podría iniciar un nuevo ciclo de impuestos si no se llega a un acuerdo.
Desde mayo, ambas naciones han estado involucradas en negociaciones para evitar que las friciones comerciales deriven en mayores impactos económicos. Aunque se han logrado pausas temporales, las diferencias estructurales en el comercio y política económica continúan siendo puntos de tensión latentes.
Se espera que la reunión en Gyeongju ofrezca una oportunidad para moderar las relaciones entre estos gigantes internacionales. Esta cumbre es vista como una oportunidad crítica para aliviar tensiones y avanzar hacia un clima más cooperativo entre Estados Unidos y China.
