Durante julio y agosto, los mercados financieros han mostrado resiliencia, superando temores de caídas durante el verano. Los ajustes recientes en las Bolsas, ligados a tensiones en los bonos, no han disipado las preocupaciones sobre los desafíos económicos globales y el complicado entorno geopolítico, vigentes al iniciar septiembre.
En este contexto, el enfoque se centra en el impacto de los aranceles sobre la inflación y el crecimiento económico, la evolución del empleo y la deuda. El Banco Central Europeo parece mantener estabilidad este año, mientras que las futuras acciones de la Reserva Federal provocan especulación. Las decisiones pueden verse influenciadas por las dinámicas de la Casa Blanca y el impacto potencialmente distorsionador de la administración Trump.
Giordano Lombardo de Plenisfer Investments advierte sobre riesgos claves como las crecientes tensiones militares, políticas y sociales en Estados Unidos, la carga de deuda y el devenir de las inversiones en inteligencia artificial. En tanto, la inestabilidad en Francia, que ha afectado a su mercado financiero y podría contagiarse a Europa, es motivo de alerta.
Los analistas también se enfocan en la guerra en Ucrania. Mientras se contempla un potencial fin del conflicto, las negociaciones fallidas podrían provocar alzas en el petróleo y bajas en empresas relacionadas. Además, el oro ha subido a 3,600 dólares, reflejando preocupación por la inestabilidad.
Las tarifas impositoras de EE. UU. mantienen un papel central debido a sus posibles repercusiones sobre la inflación y el movimiento de tasas de interés. Enguerrand Artaz y Clément Inbona destacan la dificultad para la Fed en este panorama inflacionario, remitiéndose a la injerencia gubernamental previa en Turquía como ejemplo de intervención problemática.
Finalmente, las crecientes deudas y el mercado laboral de EE. UU. son factores críticos. La vigilancia sobre los bonos continúa, y se espera que el desempleo suba, lo cual generaría serias consecuencias en la economía. La inversión masiva en inteligencia artificial, aunque podría ser positiva, suscita dudas sobre su rentabilidad y viabilidad a largo plazo.
