Estados Unidos planea regresar a la Luna en 2027 con la misión Artemis III. La tripulación de dos astronautas usará el módulo lunar HLS de SpaceX, una versión modificada de la Starship, para descender a la superficie lunar. Sin embargo, se prevé que la misión enfrente retrasos debido a desafíos tecnológicos, especialmente el sistema de recarga de propelentes en órbita baja terrestre. Mientras tanto, China avanza con su propio programa lunar, planeando poner astronautas en la Luna antes de 2030, lo que ha generado cierta presión en el programa estadounidense.
Para alcanzar la Luna, el HLS necesita recargar combustible en órbita, un proceso que involucrará múltiples lanzamientos del sistema Starship. Se manejarán depósitos orbitales para almacenar el metano y oxígeno líquidos requeridos, y el HLS necesitará acoplar dos veces para garantizar suficiente propelente en su viaje a la Luna. Estas etapas complejas aumentan los desafíos del programa Artemis.
Actualmente se espera una nueva versión de Starship, conocida como Block 3, que podría soportar más de 100 toneladas en órbita, frente a las 35 toneladas actuales. Los trasvases de combustible en órbita son otro tema de preocupación, dado que nunca se han intentado a la escala requerida por este proyecto.
Por otra parte, el Plan B de Blue Origin, llamado Blue Moon Mark 2, también es objeto de atención. Aunque se prevé una arquitectura de trasvase supuestamente menos compleja, todavía requiere múltiples lanzamientos. Asimismo, el sistema involucra el uso del Transporter 2, que debe acoplarse y ser recargado en varias etapas antes de llegar a la Luna.
Finalmente, mientras la competición con China no es oficialmente reconocida, internamente en Estados Unidos el sentido de urgencia ha incrementado debido a los tiempos ajustados y a los desafíos técnicos enfrentados en ambos programas. La necesidad de asegurar éxito en la próxima era de exploración lunar mantiene la atención global en estos esfuerzos.
