
En un análisis reciente, Toni Massanés propone que la receta culinaria trasciende su función básica de guiar la preparación de alimentos y se eleva a una categoría que refleja la complejidad de la cultura moderna. Según Massanés, esta práctica tradicional puede ser vista como un algoritmo, un conjunto ordenado de instrucciones que va más allá del ámbito de la cocina y se manifiesta en nuestra vida cotidiana.
El concepto de algoritmo, ampliamente popularizado en la era digital, se refiere a fórmulas sistemáticas que permiten resolver problemas específicos o realizar tareas definidas. Genís Roca, reconocido analista de la comunicación contemporánea, argumenta que mientras el siglo XIX se articuló a través de novelas y el siglo XX a través del cine, el siglo XXI se definirá por la omnipresencia y el impacto de los algoritmos. Con esto, se establece un paralelismo entre la receta tradicional y la forma en que procesamos la información y tomamos decisiones en la actualidad. Así, Massanés sugiere que aprender a cocinar, en su forma más pura, es realizar un proceso que implica elección, ejecución y, por último, degustación, un ciclo que se asemeja a un algoritmo en su esencia y estructura.
El autor resalta que las recetas son metáforas de la vida moderna, donde la precisión en los ingredientes y los tiempos de cocción refleja la expectativa de una cultura que busca resultados inmediatos en un mundo acelerado. Este enfoque lleva a repensar la cocina no solo como una tradición, sino como un acto cultural que inculca valores y prácticas sociales. La simplicidad de mezclar ingredientes se transforma en un acto que fomenta la creatividad y la experimentación.
Massanés también apunta a que las nuevas tecnologías han revolucionado la forma en que compartimos y aprendemos sobre cocina. Plataformas digitales y redes sociales han creado un espacio donde las recetas se convierten en un fenómeno viral, accesibles a un público global en cuestión de segundos. Esto plantea interrogantes sobre la autenticidad y la personalización en el arte culinario, mientras que, al mismo tiempo, se convierten en un reflejo de la diversidad cultural.
Mirando hacia el futuro, la intersección entre la cocina y la tecnología promete continuar evolucionando. Se anticipa que las nuevas herramientas, como la inteligencia artificial, influirán no solo en la forma en que cocinamos, sino también en las interacciones sociales en torno a la comida. Massanés propone que la receta, como una forma de algoritmo cultural, seguirá siendo un pilar fundamental que nos ayudará a navegar en la compleja red de información que caracteriza a nuestro tiempo, brindando un sentido de conexión y pertenencia.