La relación entre el empresario Elon Musk y el expresidente Donald Trump parece haber llegado a un punto de no retorno. Este desencuentro pone en relieve un rechazo significativo hacia el escenario económico delineado por Trump, caracterizado por un incremento desemfrenado del gasto público y un déficit fiscal en expansión.
Elon Musk, cuya fortuna ha disminuido de 486 mil millones de dólares a 386 mil millones en menos de un año, enfrenta serios desafíos económicos con su empresa emblemática, Tesla, y ha sido especialmente crítico con el Presupuesto estadounidense presentado al Congreso. Esta reacción de Musk no sólo representa su posición personal, sino también un eco del descontento del sector financiero hacia las políticas actuales de Trump, incluyendo un recorte en beneficios para vehículos eléctricos.
Según analistas, el presupuesto amenaza con aumentar el déficit fiscal de Estados Unidos, lo que conduce a tasas de interés elevadas y podría complicar aún más el servicio de la deuda. Además, se destaca que las políticas arancelarias —como la duplicación de gravámenes al acero y aluminio— complican aún más el contexto, afectando a los consumidores y generando incertidumbre económica.
La agencia calificadora Moody’s también ha reflejado esta preocupación al reducir la nota de EE.UU., basado en sus dudas sobre la viabilidad fiscal bajo las políticas de Trump. Destacan que las graves disminuciones impositivas propuestas agravarían aún más el endeudamiento nacional, estimando un aumento sustancial en el ratio deuda/PIB para 2055.
El distanciamiento de Musk y las reacciones de entidades financieras sugieren un cambio de percepción respecto a Trump como un aliado fiel del sector empresarial, un panorama que podría tener repercusiones políticas y económicas significativas en el futuro cercano.