
Inclusión Tecnológica: Promesas Vs Realidad
Apple ha lanzado el Vision Pro, prometiendo ser un sustituto tecnológico de la vista para personas con discapacidad visual. Este visor incluye inteligencia artificial para describir entornos y la capacidad de ser controlado mediante la mirada, gestos y comandos de voz. La inclusión de soporte para interfaces cerebro-computadora está en prueba, permitiendo el control mental de dispositivos. No obstante, el impacto de estas innovaciones en la inclusión sigue siendo cuestionado.
El Vision Pro, con un precio aproximado de 3,500 dólares, ofrece la posibilidad de describir entornos y leer texto en tiempo real. Herramientas similares como Microsoft Seeing AI y Google Lookout ya proveen estas funciones mediante smartphones. Comparativamente, el OrCam MyEye, con un costo superior a los 4,000 dólares, opera de forma independiente y permite el reconocimiento de texto y objetos con una cámara acoplada a gafas.
Una particularidad de Vision Pro es su capacidad para soporte de videoasistencia. Mediante aplicaciones como Be My Eyes, un voluntario remoto puede guiar al usuario visualizando su entorno a través de la cámara. Seeing AI y Lookout ofrecen descripciones completamente automatizadas de escenas sin intervención humana. Así, estas aplicaciones gratuitas, aunque requieren un teléfono inteligente, presentan una accesibilidad económica contrastante al alto costo de dispositivos como Vision Pro y OrCam.
El acceso a estas tecnologías avanza la inclusión, pero las barreras económicas persisten. Adicionalmente, la utilización efectiva de estas herramientas requiere formación y confianza del usuario, factores que han llevado a la devolución de dispositivos por su complejidad de uso. A pesar de las promesas, una transformación real en la vida diaria de las personas con discapacidad visual demanda soluciones accesibles y efectivas.
El progreso inclusivo debe trascender la innovación tecnológica para centrarse en un diseño que democratice el acceso a estas herramientas. Sin políticas públicas que subsidien estos avances, el riesgo de perpetuar la exclusión tecnológica no disminuye, convirtiendo innovaciones en un lujo reservado para unos pocos.