Donald Trump y Vladímir Putin se reunirán el 15 de agosto en una base militar de Anchorage, Alaska, marcando el primer encuentro directo entre ambos líderes en más de cinco años. Esta cumbre también supone la primera visita de un jefe de Estado ruso a Alaska, un territorio que perteneció a Rusia hasta hace siglo y medio.
La base Elmendorf-Richardson acogerá la reunión en un entorno de máxima seguridad, acorde con la relevancia y el riesgo de la cita. El viaje de Trump comenzará en Washington D.C., un trayecto de aproximadamente 8 horas a bordo del Air Force One, mientras que Putin tendrá que recorrer 6,400 kilómetros desde Moscú en el Ilyushin Il-96-300PU, el avión presidencial ruso.
Las restricciones internacionales complican la ruta de Putin debido a las sanciones en su contra, pero el hecho de que Estados Unidos no sea miembro de la Corte Penal Internacional le permite a Putin evitar la ejecución de una orden de arresto internacional que pesa sobre él. Esto hace de Alaska un lugar seguro para su llegada.
Durante la travesía, el avión de Putin estará escoltado por cazas rusos hasta dejar el espacio aéreo nacional. Al aproximarse a Alaska, cazas estadounidenses asumirán la custodia del espacio aéreo hasta su aterrizaje. Por su parte, el vuelo de Trump es mayoritariamente sobre territorio de Estados Unidos y Canadá, minimizando riesgos.
Ambos líderes viajarán en aviones equipados con avanzados sistemas de comunicación y medidas de seguridad. Esta cita en Alaska, suficientemente alejada de los centros de poder de ambos países, se desarrolla en un entorno neutral, remarcando la importancia de esta reunión histórica en un territorio de interés simbólico para ambas naciones.