
Harajuku, el vibrante distrito de Tokio, sigue siendo un imán para jóvenes interesados en la moda y la cultura. El área ha visto cambios notables, incluido el reemplazo de su antigua estación de madera, construida en 1924, por una moderna edificación de cristal en 2020. Esta renovación va de la mano con el crecimiento constante del turismo en la ciudad. Sin embargo, la esencia única de Harajuku persiste, con adolescentes liderando tendencias y calles como Fountain Street mostrando un encanto europeo.
El contraste entre lo moderno y lo tradicional es una característica predominante en Tokio. En Harajuku, mientras partes del área se modernizan, otros lugares como el Parque Yoyogi preservan la cultura de décadas pasadas. Aquí, los aficionados al rock and roll de los años 50 son una atracción, mostrando la permanencia de la tradición urbana entre la multitud de turistas.
Shibuya representa un cambio más notorio. Históricamente un centro de cultura juvenil, su transformación urbana ha sido radical. La intervención urbanística ha dado lugar a nuevos rascacielos que rodean la estación y han cambiado por completo el paisaje. El emblemático cruce de Shibuya, conocido mundialmente, ha sido testigo de esta evolución. A su alrededor, gigantes como Tōkyū Plaza han surgido donde antes existían grandes almacenes.
Los nativos de Shibuya también experimentan estos cambios, participando activamente en eventos como el Festival del Santuario Konnō Hachiman. En estos momentos, la mezcla de lo ancestral y lo contemporáneo en medio del bullicio es evidente para visitantes y locales por igual. El distrito, aunque en muchas maneras irreconocible respecto al pasado, conserva pequeñas áreas como Nonbei Yokochō, que guardan su antiguo carácter.
Tokio, uniendo el alma de su antiguo esplendor con la inevitable modernización, continúa sorprendiendo. A través de sus calles, se aprecia una fusión constante de eras pasadas y presentes, enriqueciendo la experiencia de todos aquellos que deambulan por su núcleo urbano.