La FIFA se encuentra en la fase final de sus preparativos para el Mundial 2026 en Estados Unidos, organizando simultáneamente dos eventos de gran envergadura: el Mundial de Clubes y la Copa Oro. Este despliegue futbolístico se realiza en un contexto político y social complejo, bajo la segunda administración de Donald Trump, caracterizada por tensiones migratorias e internacionales.
Estos torneos preludian el arribo de 6 millones de aficionados de todo el mundo a suelo estadounidense para la Copa del Mundo. Un estudio de Nielsen Fan Insights prevé que el interés por el fútbol en el país crecerá un 62% para el 2026. Sin embargo, la respuesta de los fanáticos a estos eventos ha sido irregular, con variaciones en la asistencia según el equipo y la localización de los partidos.
Walter Franco, de la consultora Victus Advisors, señala que las asistencias han sido variadas debido a la saturación de eventos deportivos, además del impacto de recientes redadas migratorias. No obstante, partidos destacados como Inter Miami y PSG vs Atlético Madrid han logrado atraer a grandes multitudes. Otros factores, como los horarios laborales y la ubicación de los estadios, también influyen en la asistencia.
El fútbol en Estados Unidos enfrenta desafíos en cuestión de popularidad. Según el Nielsen Global Sports Report 2025, solo el 27% de la población se considera aficionada al fútbol, aunque esto representa una cifra significativa de 62.2 millones de personas, ubicando al país entre los cuatro con mayor afición.
La distribución geográfica de los torneos, la Copa Oro en la costa Oeste y el Mundial de Clubes en la costa Este, ha buscado evitar la competencia directa en horarios, según Felipe Cárdenas, periodista de The Athletic. A pesar de las dificultades, estos eventos son un preámbulo del que será uno de los torneos más grandes de la FIFA, con expectativas de modificar de manera significativa el paisaje deportivo en Estados Unidos.