
La embajada más antigua del mundo se encuentra en Roma y lleva por nombre el Palacio Monaldeschi, representando a España ante el Vaticano desde 1622. Este emblemático edificio resalta la prolongada historia diplomática entre España y la Santa Sede. Las relaciones se remontan al siglo XV, cuando en 1480, Fernando el Católico estableció los primeros contactos con los Estados Pontificios.
Oficialmente establecido como sede diplomática en 1622, el palacio vio la llegada del primer embajador español, Gonzalo de Beteta, bajo un régimen de alquiler. Años después, Íñigo Vélez de Guevara, el conde de Oñate, adquirió el inmueble por 22,000 escudos romanos, una suma significativa en aquel tiempo. En 1654, la propiedad pasó a manos de la Corona y el nombre de la plaza en la que se sitúa cambió de Trinitatis a Forum Hispanicum. Aunque hoy en día se encuentra dentro de las fronteras italianas, el Palacio Monaldeschi fue la primera embajada permanente de un país extranjero en Roma, estableciendo un modelo para la diplomacia moderna.
El Palacio no solo jugó un papel importante en la política, también fue escenario de importantes eventos históricos como el Tratado de Tordesillas y la Bula Intercaetera. Además del valor histórico, dentro de sus muros alberga una notable colección de arte, incluyendo obras de Bernini, como las esculturas Alma condenada y Alma salvada, y una serie de tapices flamencos, franceses e italianos.
La embajada también ha servido como residencia de monarcas españoles y fue sede de un teatro durante el siglo XVIII. Reconocidas personalidades políticas, religiosas y culturales, como papas, reyes y el escritor Miguel de Cervantes, han visitado este histórico recinto. El Palacio Monaldeschi se erige no solo como un testigo de la diplomacia entre naciones, sino también como un rico depositario cultural.