El golf, conocido tradicionalmente como un deporte sereno, ha resurgido con un nuevo enfoque que resalta sus beneficios significativos en la salud física y mental. Investigaciones recientes resaltan que el golf no solo implica un ejercicio físico aeróbico y fortalece los músculos, sino que también promueve la salud cardiovascular y mental.
Julia Kettinen de la Universidad de Finlandia Oriental afirma que el golf ofrece una combinación ideal de actividad física, estimulación cerebral y contacto con la naturaleza. Un recorrido de 18 hoyos supone caminar hasta 10 kilómetros y consumir entre 700 y 900 calorías, convirtiendo la práctica en una opción de ejercicio aeróbico sustancial. David Lindsay, exjefe de fisioterapia en la Universidad de Calgary, sostiene que esta actividad puede reducir el riesgo de enfermedades crónicas y mejorar la presión arterial y frecuencia cardíaca.
El aspecto musculoesquelético del golf también es destacado. Rami Hashish del National Biomechanics Institute señala cómo una partida activa múltiples grupos musculares, que se refuerzan aún más al transportar la bolsa de palos. Sin embargo, las mejoras más notables son en equilibrio, movilidad articular y propiocepción. Según Juan Uribe-Toril de la Universidad de Almería, los jugadores experimentan un mejor equilibrio y flexibilidad.
La salud mental y cognitiva se ven beneficiadas gracias a la naturaleza estratégica del golf, según Gomes-Osman, potenciado por la interacción social que el deporte facilita. Kettinen destaca la resiliencia cognitiva aumentada debido a la interacción física y el tiempo en la naturaleza. Además, se mejora la regulación del ritmo circadiano por la exposición al sol.
A pesar de sus múltiples beneficios, el golf no está exento de riesgos. Julia Kettinen advierte sobre las lesiones comunes, aconsejando estiramientos dinámicos y formación adecuada para evitar problemas físicos. Con dicho enfoque preventivo, los beneficios podrían extenderse significativamente más allá del campo de juego.
