El Arte Ardiente de la Quema del Diablo Revive en Guatemala
Cientos de familias artesanas en Guatemala dependen de la creación de piñatas inspiradas en el demonio para una tradición anual que se celebra cada 7 de diciembre. Este evento no solo honra una costumbre centenaria, sino que también ha evolucionado como una manifestación de crítica social. Marco Antonio González, quien lleva más de 35 años al frente de los talleres Piñatas Tom & Jerry, elabora estas impresionantes figuras de hasta 3.5 metros de altura desde abril, destinando cuatro días de trabajo por cada una.
González explica que, aunque la piñata de diablo es una creación normal, el diseño y acabado reflejan años de experiencia. Los precios varían entre los 20 y los 3000 quetzales aproximadamente de 2.61 a 392.10 dólares, dependiendo del nivel de detalle. La icónica quema del diablo tiene lugar a las 1800 horas y simboliza, en la religión católica, el triunfo de la Virgen de Concepción sobre Satanás. Sus raíces se remontan a las luminarias coloniales hechas con ramas secas.
Con el tiempo, las celebraciones han visto cómo la quema de piñatas de diablo derivó en la quema masiva de basura, llantas y desechos plásticos, bajo la premisa de purificar los hogares, lo cual incrementó la contaminación y riesgos de incendios. Para mitigar estos daños, en la década de 1990, se promovió el uso de piñatas de papel como una opción más limpia. González menciona que el papel, al ser más volátil y con menos elementos tóxicos, es menos perjudicial para el medio ambiente.
Además de su aspecto ecológico, en años recientes, la festividad ha cobrado un tinte político. González ha producido piñatas satíricas representando a figuras controvertidas, como la fiscal general Consuelo Porras y varios expresidentes guatemaltecos, reflejando una crítica hacia la corrupción. También ha confeccionado piñatas del expresidente de EE.UU. Donald Trump, aludiendo a la política migratoria de ese país.
