
La economía mundial enfrenta un comportamiento peculiar tras la ofensiva comercial de Estados Unidos. Mientras que la percepción de incertidumbre persiste, los datos revelan una notable resistencia. España, en particular, vive un momento económico positivo que despliega una especie de inmunidad frente a las perturbaciones exteriores y las vicisitudes políticas internas.
Los mercados muestran optimismo con los índices bursátiles en alza. El Nasdaq incrementó casi un 7% en el año, mientras el Euro Stoxx 50 presentó un crecimiento del 12% y el Ibex 35 un sorprendente 22%. Este entusiasmo refleja la percepción de que la economía estadounidense podría soportar un arancel del 10% y un aumento del déficit público del 25% tras la reforma fiscal.
Este optimismo también se fundamenta en datos macroeconómicos recientes. Según el indicador GDPnow, se proyecta un crecimiento del PIB en Estados Unidos del 0,6% durante el segundo trimestre, mientras que la eurozona refleja avances positivos conforme al indicador PMI, y España mantiene un crecimiento del 0,5%, según Funcas.
A pesar de los datos optimistas, existen vulnerabilidades a considerar. La incidencia de los aranceles en el comercio internacional aún se hace esperar. Prácticas como la acumulación de existencias y el adelanto de envíos han mitigado temporalmente los efectos, pero dichos intercambios podrían verse afectados dependiendo de la evolución de la guerra comercial.
Además, la política económica de Estados Unidos presenta incoherencias. Por un lado, los aranceles incrementan los costos de producción, alterando cadenas de suministro. Por otro lado, se necesita de los inversores para financiar el creciente déficit público, generando un escenario de desequilibrio.
La apreciación del euro actúa como un valor refugio, habiendo evidenciado un aumento del 13% frente al dólar desde inicios de año, lo que podría llegar a afectar a los exportadores europeos. Sin embargo, España, al mantener un fuerte superávit comercial con la zona euro, queda parcialmente blindada frente a este efecto.
A pesar del entorno favorable, la economía española enfrenta limitaciones debido a la falta de consenso en reformas y presupuestos prorrogados, lo que restringe la capacidad de adaptación ante las fluctuaciones internacionales.