El uso de drones en la investigación de mamíferos marinos ofrece una perspectiva sin precedentes, facilitando la recolección de datos biológicos y la observación de comportamientos difíciles de alcanzar con métodos tradicionales. Estos dispositivos no tripulados permiten, por ejemplo, recolectar mucosidad de ballenas mediante el dron SnotBot, utilizado para obtener información genética y sobre el estado de salud de los cetáceos.
La tecnología ha revolucionado la biología marina al ser menos invasiva y reducir el estrés en los animales. Tras el incidente del Deepwater Horizon en 2010, Iain Kerr de Ocean Alliance desarrolló el SnotBot, que recopila material biológico sin molestar a las ballenas. Esta innovación permite análisis de ADN, hormonas y microbioma a partir de una simple pasada aérea.
El interés por estos dispositivos no se limita a la recolección de muestras. Según el ecólogo Joshua Stewart, los drones son útiles para identificar individuos, monitorear la salud y observar interacciones sociales. Desde la Universidad de Duke, el ecólogo David Johnston destaca que la perspectiva aérea que ofrecen los drones amplía el espectro de análisis.
Un caso reciente reveló orcas usando trozos de kelp para acicalarse, documentado por drones en la costa de Washington. El ecólogo Michael Weiss subrayó que los drones han permitido el descubrimiento de conductas nunca antes vistas.
Los drones ofrecen ventajas en comparación con métodos tradicionales como el uso de embarcaciones o aviones. Son más económicos, requieren menos personal y presentan un enfoque menos invasivo para interactuar con los mamíferos marinos. La tecnología también ha facilitado la colocación de etiquetas de seguimiento en cetáceos, una tarea que solía requerir métodos más intrusivos.
Aunque la autonomía de las baterías sigue siendo un desafío, la comunidad científica reconoce el gran potencial de los drones para el estudio y protección de los océanos.
