Investigadores han descubierto un cementerio que podría ser uno de los más antiguos del mundo en la Cueva de Tinshemet, Israel. Los restos, datados en alrededor de 100,000 años, revelan prácticas funerarias antiguas y suponen un avance en el estudio de los orígenes del entierro humano. Los cadáveres hallados, dispuestos en posición fetal, sugieren un comportamiento ritual complejo. Inusuales objetos, como guijarros de basalto y fragmentos de ocre, fueron descubiertos junto a los esqueletos, lo que indica posibles ceremonias espirituales.
El equipo de arqueólogos, liderado por Yossi Zaidner de la Universidad Hebrea de Jerusalén, ha estado trabajando en la excavación desde 2016. Los hallazgos ofrecen similitudes con descubrimientos previos en las cuevas de Skhul y Qafzeh, en el norte de Israel. Estos últimos sitios ya habían arrojado luz sobre prácticas de sepultura humanas, aunque ahora, con técnicas más avanzadas, Tinshemet valida y amplía este conocimiento.
Tinshemet ha preservado de manera excepcional los huesos y artefactos debido a un entorno propicio creado por la ceniza de frecuentes fuegos. Christian Tryon, de la Universidad de Connecticut, destaca la importancia de este hallazgo para entender la adaptación del ser humano en el Paleolítico Medio.
El trabajo de campo, centrado en los meses de verano, implica a estudiantes de arqueología en un exhaustivo proceso de excavación que se espera dure varios años. Un esqueleto particularmente bien conservado en Tinshemet permitió observar detalles anatómicos en las manos, demostrando el cuidado del entierro.
Además, el área planteaba ser un puente cultural entre neandertales y Homo sapiens de épocas remotas. No obstante, determinar la identidad exacta de los restos, si corresponden a neandertales, Homo sapiens o una población híbrida, sigue bajo investigación. Israel Hershkovitz, de la Universidad de Tel Aviv, resalta que el acto de entierro marca un reclamo territorial, un concepto que aún tiene eco en la actualidad.
