
Carlos Alcaraz triunfó en la final de Roland Garros contra Jannik Sinner, consolidándose como uno de los grandes del tenis con su innovador enfoque al combinar élite y disfrute. Con cinco títulos mayores a su nombre, Alcaraz sigue una trayectoria única: historia y diversión. Alcaraz, quien generó revuelo con su reciente documental, ha desafiado las convenciones del deporte de élite al balancear sus responsabilidades con su vida personal. Su enfoque choca con la tradición tenística española que emana de figuras como Rafael Nadal, donde el sacrificio es innegociable.
Durante su partido en la cancha de Philippe Chatrier, Alcaraz, acompañado de sus amigos y familia, expresó su alegría: Esta noche lo voy a celebrar, mencionó justo después de lograr una impresionante remontada ante Sinner, resultado de un juego estratégico y tenaz. Su entrenador, Juan Carlos Ferrero, destacó tal determinación: Nunca ha dejado caer un partido. Carlos ha creído hasta el final. La estrategia de juego de Alcaraz ha sido impulsada por las enseñanzas de su abuelo: cabeza, corazón y cojones, una fórmula que le ha guiado en momentos difíciles.
Su técnico Ferrero mostró satisfacción con el desempeño de su pupilo, especialmente tras la lesión que sufrió en Barcelona. A pesar de los desafíos, Alcaraz se rehizó con una mentalidad positiva, enfatizando la importancia de enfrentar los problemas en la cancha con perseverancia.
Alcaraz también compartió su visión del partido: Una de las mejores finales de la historia, comparándola con encuentros memorables como el de Djokovic y Nadal en 2012. Con Alcaraz, parece que todo es posible, su nombre ya resuena junto a los más grandes en el mundo del tenis, y continuará su camino con una esencia distintiva.