El juego ancestral de lanzamiento de bolas, que resurgió en la Edad Media, sigue vigente en el sur de Europa. Aunque sus inicios se remontan a la Antigua Grecia, se popularizó en la época medieval. Este entretenimiento, que trascendió las clases sociales y los espacios geográficos, llegó a ser tan influyente que algunos monarcas intentaron prohibirlo, como Enrique III de Inglaterra, para priorizar el entrenamiento con arco entre sus soldados.
Conocido por varios nombres a lo largo de los siglos y regiones, como bowls en Inglaterra, bocce en Italia y pétanque en Francia, este juego consistía en lanzar bolas lo más cerca posible de una bola más pequeña. La “petanca”, como se le popularizó en Francia, derivó de un estilo provenzal que eliminó la carrera previa al lanzamiento, consolidándose como la modalidad más extendida.
El objetivo del juego es simple: acercar las bolas metálicas al boliche, una bola más pequeña. Equipos de uno a cuatro jugadores compiten por sumar 13 puntos. Se practica en espacios abiertos como plazas y parques, con campos que suelen medir entre 12 y 15 metros de largo por 3 a 4 metros de ancho, delimitados por tablas de madera.
Con el tiempo, las bolas han evolucionado de piedra y madera a metal. Los desarrollos del siglo XX vieron el surgimiento de bolas metálicas huecas. Actualmente, las bolas tienen entre 70,5 y 80 mm de diámetro y pesan entre 650 y 800 g. En contraste, el boliche es considerablemente más pequeño.
La Federación Española de Petanca y la Fédération Internationale de Pétanque et Jeu Provençal regulan las competiciones de este deporte. La Confédération Mondiale des Sports de Boules incluso intentó que el juego se incorporara a los Juegos Olímpicos, mientras que su variante, la bocha, forma parte de los Juegos Paralímpicos desde 1984. La herencia de la Edad Media mantiene su relevancia en el sur de Europa y en territorios influenciados por Francia.
