El fenómeno sorprendente donde el crecimiento económico no se traduce en mejoras en las condiciones de vida ha tomado fuerza en España, afectando principalmente a la infancia. A pesar del crecimiento de la economía, un informe de EsadeEcPol revela que entre 2019 y 2023, el número de niños que asisten a la escuela con hambre ha subido un 55%. Actualmente, el 26% de la población infantil se encuentra en esta situación, llegando al 52% en familias con menores ingresos.
El nexo entre la pobreza material y los problemas escolares es un asunto bien documentado. La falta de una dieta adecuada en los primeros años de vida impacta negativamente el desarrollo intelectual. Esto complejiza el entorno educativo, pues el número de estudiantes que requieren apoyo adicional sigue creciendo. Un informe del Reino Unido, llevado a cabo por Gordon Brown, concluyó que un alto porcentaje de menores en pobreza provienen de hogares con trabajadores, mientras que otros pertenecen a familias con problemas de salud o falta de cuidado infantil. España no está exenta de esta realidad: la infancia está atrapada en hogares con carencias laborales, habitacionales y monoparentales, sin recursos adecuados para erradicar la miseria.
La visión de que la pobreza deriva de una cultura de la dependencia ha ganado terreno, aunque está demostrado que los hogares pobres no pueden transmitir los valores del esfuerzo debido a sus condiciones. En este contexto, las políticas de protección social, como el Ingreso Mínimo Vital, han mostrado mejoras en situaciones materiales, pero requieren mayor efectividad. Se sugiere también dirigir políticas hacia empleo, vivienda y apoyo familiar, implementando medidas exitosas de inclusión y vivienda. Apoyar a familias jóvenes y monoparentales, así como incentivar redes familiares extensas, son opciones viables. Asimismo, considerar prestaciones universales para niños y compensar a los abuelos cuidadores son estrategias que otros países comienzan a adoptar. Estos enfoques ofrecen una alternativa más eficaz y menos costosa que los sistemas de acogida institucional actuales, planteando un camino hacia un futuro más justo para la infancia en España.
