El inicio de los nuevos aranceles impuestos por Estados Unidos, bajo la administración de Donald Trump, marca un cambio significativo para los productores españoles en diversos sectores clave. Estos aranceles, que alcanzan hasta un 15%, afectan a productos agrícolas, vinícolas, automovilísticos, metalúrgicos y de consumo, muchos de los cuales tienen a Estados Unidos como mercado principal fuera de la Unión Europea.
El conflicto comercial, desencadenado desde el regreso de Trump a la presidencia, comenzó a materializarse el 2 de abril, cuando se anunció la imposición de un arancel universal mínimo del 10%. Desde entonces, se han sumado otros gravámenes según el impacto percibido en las ventas estadounidenses. La Unión Europea ha negociado hasta llegar a un arancel global del 15%, lo que alivió la carga inicial del 20% propuesto.
La Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas ha manifestado inquietud por el trato recibido, calificando la situación como injusta y desequilibrada. Las exportaciones agroalimentarias, como el aceite de oliva y el vino, ahora enfrentan una tasa del 20%, situación que ha impulsado a las federaciones de estos sectores a demandar medidas de apoyo.
Paralelamente, en la industria automovilística, empresas como Stellantis y Toyota han reconocido el impacto negativo de estas medidas en sus finanzas. Aunque los fabricantes españoles de coches no exportan directamente a Estados Unidos, sus componentes, que sí llegan a este mercado a través de otros países, se ven afectados.
El sector auto español es particularmente vulnerable, ya que cualquier arancel sobre el vehículo final repercute indirectamente en la cadena de suministro, según advirtió la Asociación Española de Proveedores de Automoción. Los nuevos aranceles podrían tener efectos duraderos si no se gestionan cuidadosamente, mientras las empresas y los organismos europeos buscan mitigar sus consecuencias.
