Josemir Lujambio, exdelantero uruguayo conocido por anotar 102 goles en el fútbol argentino, tuvo una trayectoria única al jugar para cumplir su sueño: vivir en el campo. A pesar de destacar en equipos como Banfield, Huracán de Corrientes y Belgrano, Lujambio afirmó que el fútbol fue solo una herramienta para obtener los medios necesarios para su verdadera pasión.
Originario de Uruguay, comenzó su carrera deportiva como arquero en el Club Champagnat de Durazno y, al ser promovido a delantero a los 14 años, nunca dejó esa posición. Jugó en 19 equipos a lo largo de 24 años, incluyendo experiencias internacionales en España, México y Venezuela, consagrándose campeón en su país natal.
Además de su destacada carrera, Lujambio también es conocido por su vida fuera del campo. Reside en Tacuarembó, Uruguay, donde se dedica a la ganadería ovina y bovina en su estancia. También administra un complejo de cabañas, promoviendo el turismo natural y la pesca deportiva, popularizados tras la pandemia. Estos intereses reflejan su deseo de vivir un estilo de vida alejado del estrés urbano y del glamour del fútbol profesional.
A lo largo de su carrera, Lujambio se retiró temporalmente en tres ocasiones. La primera, a los 24 años después de su transferencia al fútbol mexicano. Posteriormente, colgó los botines a los 31 años tras jugar en México, pero volvió a ser convocado por Luis Garisto para jugar en el Instituto de Córdoba. Finalmente, anunció su retiro tras una temporada en Olimpo de Bahía Blanca, aunque regresó brevemente a Defensor Sporting, cerrando su ciclo profesional en el Porongos de Uruguay.
En definitiva, mientras su paso por el fútbol le proporcionó fama y logros, para Lujambio fue más relevante como plataforma para alcanzar sus verdaderos sueños, demostrando que a veces la verdadera vocación puede encontrarse más allá de las luces del deporte.
