La creciente tensión entre Irán e Israel, acentuada por la intervención de Estados Unidos en el conflicto, ha puesto al Estrecho de Ormuz en el centro de la atención internacional. Este corredor marítimo, esencial para el tránsito de hidrocarburos a nivel mundial, podría ser objeto de cierre por parte de Irán, en una medida de represalia que impactaría la seguridad y economía global. Según Gonzalo Escribano, experto en energía, por dicho estrecho circulan diariamente unos 20 millones de barriles de crudo.
Históricamente, el Estrecho de Ormuz ha sido un punto estratégico y conflictivo. Durante los años 80, un despliegue masivo de buques de guerra estadounidenses escoltó petroleros en la zona, tras el cierre temporal ante numerosas amenazas. En 2020, el asesinato del comandante iraní Qasem Soleimani elevó la tensión en la región. Cualquier obstrucción aquí podría causar una crisis económica y energética a nivel mundial, escalando el precio del petróleo y desestabilizando mercados.
La ubicación estratégica del Estrecho de Ormuz, entre Irán y Omán, es crucial para la exportación de crudo y gas hacia Asia. Un cierre parcial elevaría el precio del petróleo, superándolo por encima de los 110 dólares por barril, detalla un análisis de Goldman Sachs. Esto afectaría severamente a Europa y Asia, siendo China uno de los países más dependientes de estos suministros.
Recientemente, se han detectado interferencias en los sistemas GPS de los buques en la zona, lo que sugiere acciones que generan perturbaciones sin llegar a un cierre completo del estrecho. Esto podría ser una maniobra para confundir rutas o facilitar capturas. La situación requiere atención y cautela de todos los actores internacionales involucrados.