
Un nuevo deporte de contacto extremo, Run It Straight, ha ganado popularidad en redes sociales, generando una fuerte polémica en Nueva Zelanda a raíz de su supuesta relación con la desafortunada muerte de un joven de 19 años en Palmerston North. Este juego enfrenta a dos personas en un campo de 20 metros por 4, cuya única finalidad es correr en línea recta para impactar y derribar al oponente.
La actividad se asemeja a un compendio de rugby union, rugby league, NFL y AFL, concentrando toda su esencia en el acto del tackle. Sus organizadores promocionan a Run It Straight como el deporte de colisión más feroz, diseñado para hacerse viral. Sin embargo, la falta de protecciones como cascos o equipamiento acolchonado ha levantado preocupaciones sobre su seguridad.
La Dra. Helen Murray, neurocientífica, ha señalado el riesgo elevado de sufrir encefalopatía traumática crónica debido a las colisiones directas y repetidas. La policía investiga el posible vínculo de esta práctica con la muerte del joven Ryan Satterthwaite. Por su parte, figuras como el exjugador de rugby league George Burgess han defendido el formato, afirmando que se toman medidas para cuidar a los jugadores y que no participan aficionados sin preparación previa.
El debut de este desafiante deporte aconteció en Trusts Arena, West Auckland, durante los días 19 y 21 de mayo. En este evento, 16 jugadores compitieron por un premio de 20,000 dólares. Los mejores ocho se verán las caras en una final que ofrecerá un premio de 200,000 dólares.
La opinión pública está dividida, con comentarios desde quienes lo señalan como el deporte más tonto de la historia hasta críticos de la violencia intrínseca y el riesgo para la salud de los participantes. Las comparaciones con la UFC son frecuentes, aunque Run It Straight es criticado por su supuesto déficit de técnica y regulación. Este emergente deporte no solo busca protagonismo en el espectáculo, sino que también plantea cuestionamientos sobre la frontera entre el entretenimiento y la ética deportiva.